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El verano y sus calores…
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Hacer cosas en verano que nos costaría mucho realizar o llevar a cabo en otra época del año es mucho más habitual de lo que parece. El verano es un tiempo en el que todo se vive como con más intensidad, con otros ritmos. No nos vamos a engañar, no todos ni todas, tenemos la energía de los más pequeños que pueden hacer de todo y casi a cualquier hora sin temerle al calor ni al cansancio, son incombustibles, energía pura.
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¿No os pasa que a veces incluso no notamos como hacemos “esas” cosas? Eso es, porque no ponemos el foco en lo que estamos haciendo, pero lo hacemos de igual manera desde eso llamado “inercia”. Es algo innato, aprendido, heredado que llevamos dentro desde siempre y cada año religiosamente seguimos poniendo en práctica y trasmitiendo a nuestros hijos e hijas, nietos y nietas y por qué no, algunas de vosotras a vuestros biznietos o incluso tataranietos y tataranietas.
Sabemos, (no me digáis por qué, pero lo sabemos), que en verano necesitamos más agua porque sudamos más y eliminamos mucho más liquido. Necesitamos comer cosas que nos refresquen y que, excepto cosas puntuales, no sean calientes a poder ser, por lo tanto, podríamos decir que también en verano se come más sano y ligero porque sencillamente es lo que apetece. Solemos andar descalzas por casa o llevar zapatillas ligeras que permitan traspirar a nuestros pies, haciendo con esto, un efecto termorregulador que nos alivia el calor corporal desde abajo. Del mismo modo, necesitamos usar ropa ligera, tejidos frescos que hagan circular el poco fresco que en verano hace en cualquiera de nuestras casas y que permite que el sudor generado se seque antes que si llevásemos otro tipo de prendas.
Tenemos integrados algunos hábitos que hemos ido viendo a lo largo de nuestras vidas y que tienen que ver con nuestras casas y el uso de ellas que hacemos en esta época. Refrescar el suelo sin apenas secarlo para darle un extra de frescor a las habitaciones. Cerrar las ventanas apenas se ventilen las estancias, y bajar las persianas antes de que comience a calentar el sol para no volver a abrirlas hasta que caiga la noche para evitar con ello que se calienten las casas. Hasta el color de las fachadas, encaladas en blanco, tiene sentido en nuestra Andalucía donde los veranos son tan cálidos… Trucos de toda la vida, la esencia de nuestra cultura que milenariamente sigue viviendo en cada una de nosotras como si anduviera por nuestro torrente sanguíneo.
Al igual que esos cuidados que traemos de “serie”, también aliviamos “las calores” con el cuidado del cuerpo y de la mente. No solemos pensar en ello deteniéndonos y frenando cuales quiera que sean las tareas que hacemos, pero sí que conviene saber que el entrenar mente y cuerpo también en verano, aportaremos un extra de bienestar a nuestras vidas, por lo que deberíamosprestar mayor atención a este hecho. Lospaseos matutinos cuando al amanecer hace algo más de fresco, darse tiempo si se tienen espacios abiertos como lo son los patios de los pueblos para estar entre las macetas recién regadas, el olor de las flores, leer o simplemente estar con una misma o uno mismo escuchando la respiración y apreciando el sonido del silencio… Os propongo estar presentes. Explorar nuestro interior haciéndonos un pequeño gran regalo diario sin que para ello tengamos que salir a comprarnos un regalo carísimo. Podemos sentirnos plenas y plenos, haciendo aquello que nos haga estar felices, ya sea a solas o con personas de nuestro agrado.
¿Desde cuándo no haces algo contigo y por ti? ¿Desde cuándo no has dejado las obligaciones a parte y te has dedicado un rato para hacer aquello que siempre pospones y dejas para “cuando tengas tiempo”?
Este verano, quizá podrías escogerte a ti, para andar un poco más ligera de obligaciones y llenar tus mochilas de sueños y momentos contigo. Y cuando digo contigo, me refiero a que seas tú la prioridad, la persona favorita a la que se le conceden los deseos. Quien proponga y sea escuchada, y por supuesto, complacida. Te invito a que lo pruebes, a que te des tu lugar en casa, o en el lugar donde escojas estar este verano. Te invito a que te regales un rato al día sola y exclusivamente para ti. Para que hagas, digas, escuches, pienses, o vayas a donde quieras sin tener que llevar a nadie, ni acompañar, ni ir al plan de nadie. Solo tú. Me vale si quieres, que seas tú quien escoja el tiempo. Dará igual porque ese tiempo que elijas, será el que a ti te hace falta en ese momento. Úsalo y no permitas que durante ese rato, nadie te perturbe o te robe ni un instante. Si decides tomarte una tarde libre, será maravilloso, porque será tu tarde. Si decides tomarte el día, será igualmente satisfactorio, pero si eliges 10 minutos al día para ti sola, para respirar y apreciar ese momento presente que estás viviendo, de la misma manera que en los anteriores espacios, será genial porque lo habrás elegido y vivido intensamente.
Te invito a que lo hagas. A que empieces a poner en práctica esos “momentos” porque tú por si no lo sabías, también te necesitas. Cuando somos pequeñas, buscamos nuestros espacios. De adolescentes, científicamente está comprobada, la necesidad de aislamiento que tienen los jóvenes. De adultas, la vorágine nos impide parar a pesar de gritar el cuerpo que quiere un “stop”, y de mayores, las mujeres, a diferencia de los hombres, son quienes siguen dando todo a pesar de necesitar parar. No nos lo permitimos, y el estar con nosotras mismas, es tan necesario como comer, vestirnos, asearnos o descansar.
Si este verano, lo quieres poner en práctica, estoy segura de que te gustará.
Marga Fernández Cortés
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