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Alba Pérez, jugadora del Granada Club de Fúbtol
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“Tras el Mundial, hemos dado un golpe sobre la mesa y hemos dejado claro que aquí estamos nosotras. Estamos las mujeres. Y no nos vamos a frenar” |
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Con el número 12 en su camiseta rojiblanca, Alba Pérez es una mujer de primera, dentro y fuera del campo. Desde su más tierna infancia, la “12” ha defendido su sueño: jugar al fútbol. Con una honestidad y una humildad tan contundentes como su juego en el campo, la defensa, que cumple su novena temporada en el club, ha “surfeado” sus propias tempestades. Con solo 23 y procedente de la cantera del Arenas de Armilla, la jugadora se ha convertido, además de en uno de los emblemas del Club, en el referente de niñas y adolescentes que, como ella, solo quieren demostrar su valía en el campo. Charlamos con Alba Pérez.
En primer lugar, felicidades por vuestro regreso a primera división. ¿Cómo habéis vivido el equipo en general y tú en particular el ascenso del Granada?
Sigo pensando que estoy en un sueño, del que no quiero que me despierten. Haber vivido y haber protagonizado junto al resto del equipo el ascenso a primera, está siendo una experiencia impresionante. Hacerlo con el equipo de mi ciudad y con el Club de mi vida, el Granada, es algo que no se puede explicar con palabras.
Cuando, al final de la temporada pasada, veíamos que el sueño estaba cada vez más cerca, empezamos a ser un poco más conscientes de lo que estábamos consiguiendo y que, en resumen, es algo histórico. Después de 10 años en segunda división, tras el descenso en 2013, lo que conseguimos la temporada pasada fue sencillamente espectacular. Hoy, esa felicidad sigue intacta.
¿Granada Club de Fútbol (a secas)?
Personalmente, me siento orgullosa del Granada en general. Los de este Club son unos colores que llevo muy dentro de mí. Y honestamente me da igual si hablamos del femenino o del masculino. Con el ascenso a primera del femenino a primera división, del masculino y del filiar, el fútbol granadino está de suerte. O más bien está recogiendo los frutos del trabajo bien hecho.
Granada está jugando en la élite deportiva porque se lo ha ganado. El mérito, además de las jugadoras y de los jugadores, es también de cómo se están gestionando las cosas dentro del club. Si los tres equipos hemos conseguido ascender no es por casualidad. Los éxitos son el resultado del trabajo de quienes trabajamos día a día en el Club.
¿Cómo están viviendo el incontestable éxito de la selección española de fútbol como éxito deportivo sin paliativos?
Desde luego, los cambios que ha provocado este éxito “sin paliativos”, como usted dice, ya se están viendo, por ejemplo, en la primera división femenina. Como consecuencia de ganar el campeonato del mundo, se ha conseguido avanzar en algunas reivindicaciones históricas como el aumento de los salarios mínimos. Ser campeonas del mundo nos legitima para poder seguir pidiendo mejoras y garantizar unas condiciones mínimas.
Si España hoy en día se encuentra en la élite mundial del fútbol femenino es porque, en este país, deportivamente hablando, hay nivel. Mucho nivel. Somos campeonas del mundo. Y hay que decirlo con mucha honra y con mucho orgullo.
Es verdad, que antes de ganar el campeonato, ya se estaban produciendo algunos cambios y, cada vez, se estaba profesionalizando más el fútbol femenino. Tras el Mundial, hemos dado un golpe sobre la mesa y hemos dejado claro que aquí estamos nosotras. Estamos las mujeres. Y no nos vamos a frenar. Como en el fútbol masculino, aspiramos a ser profesionales y no vamos a parar hasta conseguirlo. En mi opinión, estamos haciendo mucho ruido y ese ruido no va a dejar de escucharse nunca.
¿Cómo es la vida de una futbolista de primera como la tuya?
Acostumbro a levantarme temprano. Hago mi desayuno y mis cosas. Estudio Ciencias del Deporte en la Universidad de Granada y asisto a clase por las mañanas. Tras la comida del mediodía, sobre las 15.00 horas, ya estoy en la ciudad deportiva, junto con el resto del equipo, preparada para hacer video análisis, gimnasio y después entrenamiento en campo. Cuando salimos de entrenar, me gusta dedicarme el tiempo a mí y a mi familia, a mis amigos y a la gente a la que quiero.
El fútbol profesional requiere mucho tiempo. Más allá de los entrenamientos y de los partidos, requiere una vida muy saludable. Comer sano, descansar mucho, cuidar mucho nuestro entorno… Vivimos por y para el fútbol. Pasamos prácticamente las 24 horas pensando en el fútbol y dedicándonos al fútbol. Por eso, es importante cuidarnos física y emocionalmente y velar por nuestra estabilidad y nuestro equilibrio.
¿Recibís o tenéis acompañamiento psicológico?
Creo que, en la actualidad, hay muy pocos clubes provean acompañamiento psicológico a sus deportistas. Sin embargo, creo que la gran mayoría de las jugadoras y jugadores estamos acompañados psicológicamente a nivel extradeportivo. En mi caso, recibo acompañamiento psicológico privado porque, para mí, es algo totalmente necesario. Dedicamos casi la totalidad de nuestro tiempo a pensar y a trabajar por el deporte… y necesitamos profesionales que nos ayuden a gestionar todas las consecuencias que conlleva. Por ejemplo, en muchas ocasiones, nos vemos en la obligación de perdernos citas o eventos familiares importantes. El deporte profesional da muchas cosas, pero también quita otras muchas cosas desde un punto de vista personal y emocional.
Aprender a gestionar eso es clave. De no ser así, nos exponemos a situaciones delicadas como la que viví yo hace 2 años, cuando caí en una depresión. Jugábamos en segunda división; me encontraba en una etapa mala; no sabía cómo gestionar mis emociones; no sabía cómo gestionar las situaciones… Y, al final, el cúmulo y mi incapacidad de entonces para resolver esa maraña emocional, me hizo entrar en una depresión. Estuve a punto de dejarlo todo… los estudios, el fútbol… absolutamente todo. Afortunadamente, fui consciente de la situación, pedí ayuda y pude salir de ahí. Por desgracia, muchos otros deportistas no son conscientes de la situación hasta que se rinden y acaban abandonando.
¿Es posible evitar situaciones como las que tú has vivido?
Para mí, sería primordial que todos los clubes pudiesen ofrecer ayuda psicológica a sus deportistas. Estamos acostumbrados a ver el mundo a través de una pantalla, a ver que la vida es de color, que todo va bien, que los futbolistas son felices, que lo tienen todo, que tienen una vida envidiable, que estamos viviendo un sueño…
Y no digo que no. No digo que vivir de lo que queremos no sea un sueño. Digo que no todo es color de rosa ni todo es como se ve desde fuera. Hay mucho trabajo interno, mucho trabajo personal. Me gusta contar mi ejemplo porque hace 2 años estaba literalmente hundida. Sumida en una depresión que me hacía replantearme cada mañana si seguir -o no- hacia adelante. Ahora, puedo decir que me encuentro feliz y que me siento orgullosa de lo que he conseguido.
¿Cuándo y cómo llega una deportista como tú al fútbol?
Desde que llegué a Granada muy niña, acostumbraba a salir todas las tardes a jugar al fútbol en la calle con mis primos. Dado que aquellos años, mis padres tenían ciertos miedos y ciertas resistencia para apuntarme a equipos de fútbol, con la idea preconcebida de que el fútbol es un deporte de hombres que puede llegar a ser, además, muy cruel y muy machista, empecé a practicar gimnasia rítmica.
Al poco tiempo, mi tío decidió dar el paso y apuntarme en la Cantera del Arenas de Armilla, donde jugué desde los 5 ó 6 años hasta los 14, cuando fiché por el Granada femenino, que justo empezó a formar su cantera. Empecé jugando como cadete y, al segundo año, ya estaba jugando en el filial. A los 15 años, casi 16, debuté con el primer equipo. Desde entonces, no he parado de jugar.

¿Encontraste muchas dificultades?
Sinceramente, siempre me he sentido bien jugando en equipos mixtos en el Arenas de Armilla. Mis compañeros eran más mis hermanos que mis compañeros y siempre he tenido una muy buena relación con ellos. Con la mayoría, sigo teniendo amistad. No sentí un trato diferente por ser una chica y, en ese sentido, debo mucho al Arenas de Armilla.
Otra cosa es lo que, en ese contexto, viví con algunos familiares o padres de jugadores rivales, con quienes me enfrenté a situaciones muy desagradables. Recuerdo que, una vez, jugando una final de copa Federación, una madre de uno de mis rivales me gritaba perlitas como que jugaba al fútbol para ligar con los chicos. Al final, son situaciones que hacen aprender bastante y que, en mi caso, me han ayudado a ser la persona y la futbolista que soy hoy.
¿Qué esperas del fútbol?
Me han venido a la cabeza las palabras de nuestro entrenador, Roger Lamesa. En muchas de las charlas, nos dice que lo que a él le gustaría es que al final de la temporada, con independencia de los resultados deportivos, nos sintiéramos orgullosas de haber podido disfrutar del camino.
Que acabe la temporada y no tengamos la sensación de decir, me gustaría haber hecho esto, lo otro… sino que toda la temporada nos sintamos satisfechas de haberlo disfrutado al máximo. Ojalá el fútbol me brinde esta oportunidad. Y que nuestro ejemplo abra muchas puertas para las niñas que, como nosotras, quieren jugar.
Ojalá que la ciudad Granadina se vuelque con nosotras y con el fútbol femenino. Merece la pena -o más bien las alegrías- disfrutar de este deporte que tantas satisfacciones nos está dando.
¿Hay cantera? Y… sobre todo, ¿hay esperanza para todas esas niñas que sueñan con jugar?
Respecto de si hay futuro, el Granada es un club que lleva haciendo las cosas bien muchísimo tiempo. La cantera del Granada ha ido creciendo de forma espectacular. Es un orgullo ver que cada vez hay más equipos con canteras repletas de niñas que se ven reflejadas en nosotras y que sueñan con llegar algún día al primer equipo.
A nosotras nos viene muy bien porque cuando esas niñas estén preparadas, empezarán a jugar y a reemplazar a las más veteranas. Me ilusiona, además, que cada vez haya más clubes que se arriesguen a formar equipos femeninos, como el Ciudad de Chauchina 2015. Es una muestra de que cada vez hay más niñas que, de verdad, quieren jugar.
Una entrevista de Raquel Paiz
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