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Ciudad de Chauchina, fútbol con nombre de mujer
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Mujeres de entre 6 a 41 años son la esperanza del fútbol femenino en clubes honestos como el Ciudad de Chauchina. Patrocinado por la corporación municipal y empresas como Vigilsa representa mucho más que el capricho de unas niñas por jugar al deporte rey. O, si me lo permiten, de jugar a un deporte que es también de reinas (del balón). |
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En mi época -y de esto, hace ya un tiempito- cuando se pensaba en ídolos deportivos, solía pensarse en futbolistas. En mi época, hablar de futbolistas llevaba siempre implícito un género: el masculino. Hablar de fútbol de primera, en aquellos años, era hablar siempre de 22 hombres disputándose la gloria en un partido.
Hablar de fútbol, como de otras tantas cosas, era cosa de hombres. Como quiera que sea ese sentir de mis tiempos, se ha alargado hasta hace escasamente unos años… y si me apuran, unos pocos meses…
Aquellos años, no era extraño que una niña como yo, quisiera jugar al fútbol y que, incluso, se le diera bien… en equipos mixtos, por supuesto. O equipos mayoritariamente masculinos en la que, a veces -y solo a veces- podíamos jugar “las niñas”. Claro que, en aquellos años, no habían nacido aún Alexia Putellas, Alba Redondo, Cata Coll, Esther González, Irene Paredes o Jennifer Hermoso.
En el Granada C.F. de aquellos años, las mujeres -en el mejor de los casos- éramos espectadoras en las gradas. Ni remotamente pensábamos que, un día, hablaríamos de un Granada Club de Fútbol, con nombre de mujer.
Y cuanto menos, que en el año 2023, alguien como yo (que en su más tierna infancia ya acudía de mano de su abuelo Manolo a los Cármenes a ver “al Graná”) a la Ciudad Deportiva de Chauchina a hablar de fútbol con las chicas y la directiva del Ciudad de Chauchina 2015, un club de fútbol femenino. Sí. Exclusivamente femenino.
Al frente del club, en la directiva, encontramos a José Antonio Zafra Aguilera, fundador del Club que, en la actualidad, hace las veces de director deportivo; y a Celso Fernández García en la presidente.
Un club, el Ciudad de Chauchina, que nació en el año 2015, con a penas 8 ó 9 niñas, tal y como recuerda Zafra y que, a día de hoy, entrena ya a más de un centenar de jugadoras en todas las categorías. “Las niñas con las que empezamos venían de un club masculino, cuyo presidente desestimó la idea de fundar un club femenino porque no era rentable. Aquellas niñas me preguntaron por qué no podían jugar al fútbol; razón por la que, en 2015, ‘me echaron’ del club. Así nació el Ciudad de Chauchina 2015, como un club exclusivamente femenino”.
Con mucho pesar en sus palabras y en su rostro, Zafra recuerda los orígenes navegando en total soledad en un mundo machista. “No sé si hoy el fútbol es más o menos machista. Tampoco tengo claro que sepamos qué es el machismo.” “Hemos ganado un campeonato del mundo del que, en términos futbolísticos, hemos hablado solo unas pocas horas”, asevera visiblemente indignado.

Hablando de machismo y discriminación, al coordinador del club, José Antonio Zafra Martín, enfrentarse a una de estas humillantes situaciones machistas, le costó once partidos de sanción en el campo. Zafra Martín, además de coordinador y entrenador, es jugador también en el masculino de su categoría. El precio de enfrentarse a un árbitro que “obligó a las chicas a cambiarse en el campo” fue de once partidos en su campeonato. Como a su padre, le apasiona el fútbol femenino porque en las jugadoras aprecia verdadera vocación y pasión. Crece a la par que ellas, afirma. Y, en su opinión, el futuro del fútbol femenino es esperanzador e ilusionante.
En términos deportivos, eso sí, que la selección española ganase el campeonato ha sido un revulsivo para las chicas que ahora entrenan con mucha más ilusión y motivación.
Lo que sí sabe Zafra es que, afortunadamente, gracias a los éxitos cosechados, al mayor interés de la sociedad y del empecinamiento y compromiso personal de mujeres como María José Mesa Olea, exdirigente del Granada CF Femenino y colaboradora especializada en deporte femeninoen medios de comunicación, hoy se habla más de fútbol protagonizado por mujeres.
Su perspectiva sobre el futuro del fútbol o, al menos, del Ciudad de Chauchina, sin embargo, es poco halagüeña. En su opinión, el fútbol femenino sigue contando hoy con muchos menos apoyos que el masculino. Por parte de los estamentos federativos no recibe el apoyo necesario para subsistir; lo que hace que un club de estas características sea posible básicamente gracias al apoyo de las familias de las jugadoras y al patrocinio institucional del Ayuntamiento de Chauchina o de SeatVigilsa.
María José Mesa Olea, por su parte, afirma que ha “tenido la suerte de ver crecer el fútbol femenino hasta conseguir ganar un mundial nuestra selección, algo impensable hace 15 años, cuando por primera vez tuve contacto con el fútbol femenino. Se ha avanzado mucho, se ha visibilizado mucho, pero como demuestra la realidad del Ciudad de Chauchina, queda aún mucho por hacer”. Las comunicadora concluye que “todas las personas que tenemos un altavoz en nuestras manos, podemos hacer mucho, trasladando la verdad del fútbol femenino, que hay quien ha querido callarlo tras los lamentables acontecimientos de la celebración del pasado mundial. El fútbol femenino es una realidad, es una elección para muchas niñas y muchas mujeres, y solo nos queda apoyarlo y defenderlo contra quienes ‘parece que les moleste que las mujeres jueguen al fútbol y que además sean muy buenas’. Jugamos, hablamos, gestionamos en el fútbol porque es un deporteque está por encima del género. Y así lo estamos demostrandoen todos los ámbitos”.
Un club sin ánimo de lucro
El interés no lucrativo de José Antonio Zafra o de Celso Fernández responde sola y exclusivamente a su amor por el fútbol. Su compromiso con el femenino tiene que ver con la propia pasión de las jugadoras, abiertas a aprender todo lo que les ofrecen las 6 chicas y el único chico que, en la actualidad, conforma el plantel de entrenadoras. Excepto en la categoría sénior que recibe una simbólica gratificación económica, en el Ciudad de Chauchina, básicamente, todo se hace por amor al arte.
“Sin el apoyo del Ayuntamiento de Chauchina -recuerda emocionado el decisivo apoyo de Marina Martín, la exregidora de la corporación recientemente fallecida- un club de estas características no podría subsistir. Como gastos recurrentes, cada chica tiene mutualidad, la ficha federativa…” Futbolistas con edades comprendidas entre los 6 y los 41 años juegan en el Ciudad de Chauchina, afirma Zafra. “Ver jugar a algunas de ellas es un verdadero espectáculo. Y son fuente de inspiración para las más jóvenes”, que son animadas a trabajar con constancia, sacrificio y valores. De cara a la continuidad y viabilidad del club, eso sí, cosechar éxitos deportivos es clave. Todos los fondos que reciben son para las chicas: para su equipamiento, desplazamientos cuando juegan fuera, los balones que tienen que comprar conforme a las pautas de la Federación, etc.
Porque el fútbol, además de competición, es una fuente para inculcar y transmitir valores, tal y como repiten reiteradamente el director deportivo o entrenadoras como Miriam Marín López,que, por cierto, se dejan la voz en el campo “instruyendo” a las jugadoras.
Miriam Marín, que, por diferentes lesiones acaba de dejar de jugar en el sénior del Chauchina, entrena al infantil, quiere “llevar al equipo a lo más alto posible”, pero no de cualquier forma. Y es que, para la entrenadora lo más importante es que las chicas disfruten. Marín, que es todoterreno, “desgraciadamente” no vive del fútbol. Combina su pasión con otros trabajos. Es monitora deportiva y, además, trabaja como dependienta en una tienda.

Irene Cruz, que esta temporada entrena al juvenil, tampoco puede vivir del fútbol y, en la actualidad, es además opositora. La jienense indica que, este año, el Club ha apostado por esta categoría en la que, en realidad, solo cuatro niñas tienen la edad pertinente. El resto, más jóvenes de edad, juegan en esta categoría, en un equipo en el que -otra vez- “lo más importante, por encima de cosechar partidos ganados, es aprender valores, porque se nos olvida que esto es fútbol base”.

Una y otra subrayan que en el Ciudad de Chauchina hay cantera y que algunas de sus jugadoras ya han sido convocadas por las selecciones granadina y andaluza. Es el caso de Beatriz Riquelme y Rocío Fernández. Me atrevería a decir que Riquelme empezó a jugar al fútbol solo un tiempo después de echar los dientes y de empezar a andar. Con solo 4 años -sonríe con timidez- empezó a jugar. A Beatriz Riquelme le gusta hablar más en el campo con el balón que responder ante el micro. De ella, su entrenadora, subraya que es una gran jugadora. “Viene de jugar en un equipo masculino y eso se nota”, afirma Miriam Marín. Rocío Fernández, por su parte, lleva menos de dos años jugando y ya ha sido seleccionada. Rocío Fernández ha sido una gran revelación no solo para las entrenadoras y el cuerpo directivo, sino para su propia familia y su padre que, en sus tiempos, también hizo sus pinitos como jugador.
Preguntadas por si notan mucha diferencia entre jugar en equipos masculinos -no olvidemos que muchas de ellas han sido “rescatadas”- y jugar en equipos femeninos, las chicas, en mitad de un pequeño revuelo, concluyen que no solo es que hay diferencia. Es que hay “mucha diferencia”. Daniela Valero, Julia Montes… y otras chicas también han jugado en algunos de estos equipos masculinos que, excepcionalmente y por la calidad de su juego en el campo, también ha contado con alguna chica. Es una circunstancia no muy común, explica la entrenadora que añade que “aunque futbolísticamente las chicas sean mejores, juegan menos”. En el campo, cuando juegan en masculino, es “muy diferente”. En ligas y equipos femeninos se sienten más cómodas. “Los niños tienen lo suyo. A nosotras nos dejan detrás o no nos pasan el balón”.
El deporte, una brújula
En estas edades y, al menos en este club, las chicas cuentan con el total apoyo y disposición de las familias. Su implicación, a veces, es tal que Enrique Riquelme, por ejemplo, forma parte del cuerpo técnico como Miriam y Andrea. Además de prestarles atención como fisioterapeuta, les analiza los gestos en el campo y, como el restode la directiva y cuerpos ténicos, hacen las veces de acompañantes y otro tanto de “terapeutas”, cuando las chicas se desmoronan.
A Rocío Fernández, su padre le da algunas instrucciones tras el entrenamiento. Rosalía Rodríguez, por su parte,ya veía a su hermana jugar al fútbol. A Daniela Valero, le gustaban los “porteros” y, aunque también le gusta dibujar, empezó a jugar en el Ciudad de Chauchina. Se ve que tiene madera porque llegó un jueves y el sábado ya estaba debutando.
El fútbol no es anecdótico en la vida de estas chicas que, amén del tiempo que dedican a entrenar en el campo, aprovechan cualquier momento para hacer deporte o para jugar. Aunque cada una con su vida, dedican una buena cantidad de horas a su pasión. Algunas sueñan con dedicarse profesionalmente a su pasión; otras no lo tienen tan claro y se debaten entre profesiones como la abogacía, la judicatura o las bellas artes…
Trabajo, disciplina, constancia, sacrificio y valores en el campo son esenciales para desenvolverse en el campo… y en la vida. En el tiempo en que, quien suscribe estas líneas, ha disfrutado de una tarde de fútbol con nombre de mujer, he aprendido no solo de fútbol… ha aprendido de valor y compromiso. De confianza, compañerismo y superación. De ilusión… y de vida. Y en este pequeña licencia, creo que, por primera vez, he corrido tras los sueños de unas chicas que, deportivamente, corren tras un balón; y que social y humanamente -espero- se encuentren dispuestas a colarnos el más importante de los goles por la escuadra. Ese día, estas mujeres habrán conquistado la igualdad.
Un reportaje de Raquel Paiz
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